... so confused
Carreteras de pensamientos cursan mi mente, líneas trazadas siguiendo una vorágine de pautas escuálidas, dibujan complicados trazos cruzados que buscan rincones inhabitados, páramos desiertos que permanecen ocultos esperando la llegada de una luz que confirme su existencia. Las ideas fluyen sin destino hacia un no sé donde, a una velocidad uniforme pero caótica, en busca de esas respuestas cuya realidad etérea parece inalcanzable. Pensamientos que me hastían, pensamientos que me subyugan el ánimo, pensamientos que otras veces me elevan hacia un clímax desbordado. Pensamientos que no consiguen alcanzar la transformación expresada, que se quedan en sentimientos ahogados, no vacíos, que me cuesta un mundo expulsar hacia el exterior. Pensamientos bipolares, colman los dos extremos de la línea del ánima; momentos de desbordada plenitud, casi emborrachada, se alternan con otros de terrible desolación, de desoladora desesperanza. El equilibrio entre ambos parece la utopia de esa meta inalcanzable por la que un suspiro cobra profundidad. Me gustaría tanto gritar al mundo esa necesidad que tengo, y sin embargo me siento inútil, incapaz siquiera de entreabrir los labios. Y bien, es verdad que no hace falta gritar, ¿por qué gritar si se puede pasar a la acción? ¿por qué proclamar al aire eso que tanto anhelo, si en su lugar podría hacer eso? Porque mi cuerpo no responde, me siento paralítico, presa de mi mente en mi propio envoltorio corpóreo, paralizado por el temor, esclavizado bajo la tiranía de la vergüenza y la cobardía.
¿Soy feliz? Es una pregunta complicada, muy complicada, creo que me la he formulado seriamente eones de veces, y pensándolo bien no creo que haya mucha gente que sea capaz de responderla de una forma verdaderamente sincera hacia uno mismo. Sí, creo que sí, creo que he llegado a conocer al menos en parte algo de eso que denominamos felicidad. Pero es una felicidad parcialmente construida, que queda por moldear y por completar. Creo que ahí se encuentra la llave de la respuesta a mi enigma. Me siento incompleto. Hecho de menos a aquellos que están lejos, a los que no están... a los que están cerca y no les siento. Hecho de menos a esa persona que consiga con su sola presencia hacer desaparecer los fantasmas que me asaltan a modo de pensamientos impuestos, esa persona cuyo aliento consiga borrar las fisuras de mis sentimientos, derrumbar las barreras insalvables de mis inseguridades. Esa persona que consiga rescatarme de esta paranoia mental, de este círculo vicioso inexpugnable del que no consigo hallar una salida.

¿Soy feliz? Es una pregunta complicada, muy complicada, creo que me la he formulado seriamente eones de veces, y pensándolo bien no creo que haya mucha gente que sea capaz de responderla de una forma verdaderamente sincera hacia uno mismo. Sí, creo que sí, creo que he llegado a conocer al menos en parte algo de eso que denominamos felicidad. Pero es una felicidad parcialmente construida, que queda por moldear y por completar. Creo que ahí se encuentra la llave de la respuesta a mi enigma. Me siento incompleto. Hecho de menos a aquellos que están lejos, a los que no están... a los que están cerca y no les siento. Hecho de menos a esa persona que consiga con su sola presencia hacer desaparecer los fantasmas que me asaltan a modo de pensamientos impuestos, esa persona cuyo aliento consiga borrar las fisuras de mis sentimientos, derrumbar las barreras insalvables de mis inseguridades. Esa persona que consiga rescatarme de esta paranoia mental, de este círculo vicioso inexpugnable del que no consigo hallar una salida.