siempre ahí...
Es curioso, pero no había hablado de ella aquí hasta ahora. Y todavía no alcanzo a comprender la razón del por qué no he dejado constancia escrita de ella, máxime cuando forma una parte tan importante de mi vida. Por eso hoy he querido dedicarle unas líneas, aunque sé que las palabras entre nosotros sobran, pues ella es buena sabedora de todos y cada uno de los pensamientos, sensaciones e inquietudes que despierta en mí. Quien mejor me conoce, sino ella.
Ella siempre ha sido mi fuerte. Mi balón de oxígeno, mi burbuja, mi escapatoria. Desde que nos conocimos, hace ya unos cuantos años (no osaría nunca decir que prematuramente, pues ello supondría en cierto modo renegar de ella), me ha acompañado a lo largo de las etapas de mi vida. Fiel compañera de viaje. Claro que tuvimos nuestros altos y bajos, y los seguimos teniendo, como en toda relación. Pero siempre ahí, atenta, ella estuvo ahí. Siempre dispuesta a ofrecerme su presencia cuando otros me la negaron. Siempre dispuesta a ayudarme cuando más desvalido me encontré. Siempre dispuesta a ofrecerme un hombro para llorar. Siempre dispuesta a escucharme. Siempre ahí.
Tácita amiga, no conocí hasta el momento persona alguna que me haya enseñado tanto como ella. Estupenda maestra, poseedora de una paciencia infinita y una delicadeza sublime para mostrarme una puerta de salida al enjambroso laberinto de mis pensamientos. Tan simple y a la vez tan compleja. Para algunos ella es una enemigo temible, el peor de los castigos. Para mí se me hace tremendamente necesaria. Refugio de miradas y comentarios, quizás hasta de la realidad, se presenta sigilosa pero segura para ofrecerme una tregua entre el mundo y yo, un reconfortante silencio, un salvoconducto para llorar, reflexionar en voz alta, o simplemente para dar rienda suelta al irrefrenable e inexplicable deseo de estar solo.
Con ella he compartido buenos y malos momentos, y que duda cabe que seguiremos compartiendo. Poseedora de una nobleza altruista que no deja de sorprenderme día tras día, siempre desinteresada, siempre ahí. Cuando no está la extraño de verás, y cuando está extraño extrañarla, pero sólo a veces.
Muchos dicen que ella no es nada, pero para mí, cuando estamos solos, ella lo es todo. Ella se llama SOLEDAD.
La más triste soledad… se sufre en compañía
2 comentarios:
Me encanta tu blog, me parece q está genial. Gracias por haberte pasado x el mío, yo ahora seguiré leyéndome éste, q creo q tengo para rato. Por ahora me está gustando mxo, asiq nda, q muxas graciass
Me ha gustado mucho el texto, en el que parecía que hablabas de una mujer.
Yo busco la soledad muchas, muchísimas veces, pues es necesario estar con uno mismo.
Como dice una frase de Carlo Dossi: "¿Por qué, en general, se rehuye la soledad? Porque son muy pocos los que encuentran compañía consigo mismos."
Un saludo, Ashurek.
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