hace una semana...
Hace justo una semana que apareció esa sonrisa en mi cara. Hace siete días los nervios no tenían sitio reservado, ni los lloros, ni las dudas… Hace una semana era el momento de disfrutar, de dejar recuerdos imborrables. Hace siete días estaba más feliz que un niño con zapatos nuevos, porque por fin la tortura había llegado a su punto y final. Hace una semana estaba haciendo mil y una elucubraciones sobre las próximas horas y la forma en la que éstas cambiarían mi vida. Hace siete días, a falta de apenas unas cuantas horas, el destino y el azar se tomaron una tregua e hicieron las paces, y el mundo se paró para mí. Hace una semana que el momento por y para el que he vivido durante toda mi existencia se presentaría al alcance de mi mano, ya podía verlo con tan sólo ponerme tímidamente de puntillas. Hace siete días que todo estaba apunto de terminar, y del mismo modo, hace siete días que todo había de comenzar.
Hace una semana que no he vuelto a decir lo siento, pero no puedo… Hace siete días que mi conciencia ya no irrumpe cual guardián salvador sobre el deseo de mis actos. Hace una semana que cualquier atisbo de remordimiento no realiza aparición alguna para echarme nada en cara; hace siete días que su papel ha sido ocupado por un mucho más llevadero sí porque sí. Hace una semana que no tengo noticias de esos pequeños seres verdes que me han acompañado durante estos interminables meses. Hace siete días que no amanezco pensando en dejarlo todo y llenar una mochila con lo primero que agarre mi mano para marcharme a cualquier lugar perdido de los confines del mundo en que desconozcan el significado de esas tres letras.
Hace una semana fue un día más. Hace siete días que ese día, como todos los demás que están por llegar, lo era todo. Sólo eso. Hace una semana que dejé de tener una vida alquilada y unos sueños dormidos. Hoy hace una semana que empezó toda una vida por delante.
Hace una semana que no he vuelto a decir lo siento, pero no puedo… Hace siete días que mi conciencia ya no irrumpe cual guardián salvador sobre el deseo de mis actos. Hace una semana que cualquier atisbo de remordimiento no realiza aparición alguna para echarme nada en cara; hace siete días que su papel ha sido ocupado por un mucho más llevadero sí porque sí. Hace una semana que no tengo noticias de esos pequeños seres verdes que me han acompañado durante estos interminables meses. Hace siete días que no amanezco pensando en dejarlo todo y llenar una mochila con lo primero que agarre mi mano para marcharme a cualquier lugar perdido de los confines del mundo en que desconozcan el significado de esas tres letras.
Hace una semana fue un día más. Hace siete días que ese día, como todos los demás que están por llegar, lo era todo. Sólo eso. Hace una semana que dejé de tener una vida alquilada y unos sueños dormidos. Hoy hace una semana que empezó toda una vida por delante.
