Hacía tanto tiempo que no nos habíamos dicho nada...
En pocas palabras me ha aclarado lo que me negaba a comprender: no me respetaba a mí mismo, me había vendido en rebajas en la acera de los espejismos... ¿Y yo?¿Qué había hecho yo? Yo me había enclaustrado. la cárcel era yo mismo, una mentira, por debilidad. La pena es egoísta; la complacencia, fácil. En el fondo no hay nada tan cobarde como ser desgraciado... Pero tú te dejaste. A veces la víctima consiente, y creo que en el fondo siempre supiste lo que había: no estaba enamorada de tí, nunca lo estuve, y tú lo sabías... Pero lo que tú querías no era tanto a mí como una idea del amor, una idea infernal, novelesca, una especie de cine interior que tú mismo te proyectabas en el fondo de tu cama. Viviste para mí como se vive en los libros, pero no soy una heroína de ficción... Una relación en la que se sufre todo el tiempo no es digna de ser vivida. Una historia de amor no es una toma de rehenes... Perfectamente instalada en una confortable butaca ante la chimenea, ¿por qué iba a salir al frío?
(Nunca olvides que te quiero, Delphine Bertholon)
No hay comentarios:
Publicar un comentario